"¡No os alejéis!" grito desesperada "por favor, os necesito..."
Mis súplicas se evaporan en el aire y dejan paso a las dudas. Tengo ganas de llorar porque sigo sin entender. Algo debe de estar mal en mí y no comprendo lo que es. Me estoy frustrando y me da rabia.
Todo empezó con un llanto ahogado. Recuerdo que aquel día, algo estaba naciendo en mi interior. Lo escuchaba latir con fuerza, lo sentía crecer y apoderarse de todo mi ser. No me hacía bien, me invadía por momentos y se aprovechaba de lo débil que me encontraba. Una mezcla de emociones se hacía presente y el descontrol se palpaba. Intenté zafarme como pude, me revolví de todas las maneras posibles, pero eso lo hacía más grande. Qué horrible. Llegó un punto en el que casi tomó las riendas de mi cuerpo por completo y tuve mucho miedo. Por suerte, habíamos pasado tanto tiempo compartiendo el mismo espacio que me había dado cuenta de sus puntos débiles, así que en cuanto me vi con fuerzas, lo expulsé y no volví a saber de él. Menos mal.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOTERL6STmhjMHnk0dSGyKlPKbeu1SbfE-MXGRH76kjYKcGlXtV6fAWb1icGvrKtVl-gjtVdZdwPKw6RtwrkotlHFvrLQ8e3ur9IHOZeFv6AAwTKpXrP-67-cJKDKnLGkN794vsGO9Prk/s640/Amazing-beauty-of-nature.jpg)
Siento la tierra temblar y lo que soy capaz de ver, se agita a mi paso. Mis seres queridos continúan observándome con cautela, como si fuera a hacerles daño. Me acerco para tranquilizarles pero no funciona, es como si consiguiera todo lo contrario y eso me frustra todavía más. Decido irme, corro sin descanso a ninguna parte y allí, sola, sin que nadie me moleste, me doy cuenta de lo triste que resulta ese sentimiento, el de la soledad. Estoy inmersa en mi misma, he estado inmersa en mi misma un tiempo, pero de repente algo me disuade de mis pensamientos. Las piedras y el viento arrecian a mi alrededor, todo se mueve y yo, al fin, soy consciente de ello. Miro atrás y veo que todo está destrozado: los árboles del principio del bosque caídos, los edificios de más allá agrietados,... Me incorporo con cierto temor y doy un paso que provoca un minúsculo seísmo y confirmo mis sospechas: yo soy la causante de todo.
Corro lo más lejos que puedo, intento aislarme para dejar de hacer daño. Necesito tranquilizarme para arreglar lo que he hecho... para arreglarme a mi. El sentimiento de culpa aumenta, y con él, lo hace el huracán que es cada vez más fuerte. Sé que puedo, lo he hecho muchas veces y esta no va a ser una excepción. Si soy fuerte para soportar el peso de un huracán, lo soy para vencerlo. Así, dispuesta a parar(me) los pies, tomo aire, me tranquilizo y, poco a poco, el enorme torbellino se debilita hasta quedarse en nada. Ahora que todo ha vuelto a la normalidad, me siento bien. Me siento genial. Me quedan asuntos que resolver, pero me siento con más energía que nunca para hacerlo.
* * *
Gracias por llegar hasta aquí,
espero que te haya gustado ❤
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario :)