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jueves, 22 de noviembre de 2018

Un Simple Historia

La perseguían furtivamente mientras iban gritando su nombre. "¡¡No!! ¡¡por ahí no!!" se oyó retumbar. Opal se detuvo de repente y se dio cuenta de que estaba apunto de meterse en el Bosque de las Deidades. Si bien es cierto que solo había escuchado malos testimonios sobre aquel lugar, nunca fue testigo de nada, ni tan siquiera conocía a nadie que lo hubiera sido de manera directa. Además, probablemente si se adentraba allí dejarían de buscarla. Miró hacia atrás por última vez y corrió a resguardarse.

Cuando el cansancio le pudo, se escondió detrás de un árbol ligeramente más grande de lo normal y esperó. No, no se escuchaba nada. Por fin estaba a salvo. "Pues parece un bosque normal y corriente" se dijo una vez reparó en su alrededor. Avanzó sin rumbo con ganas de perderse, sin embargo cuanto más recorría, más claro tenía que no era tan normal y corriente como le había parecido. Abundaban los colores vivos, era como si nunca se hiciera tarde. No había visto ningún animal aún, pero si había oído algún que otro ruido que no le era familiar. Por otro lado, la sensación que la envolvía era contradictoria: se sentía a gusto y tranquila, pero a la vez se sentía expuesta, como si estuviera en peligro. En cualquier caso, andar a través del bosque era su única salida, así que obvió las malas vibraciones y continuó su camino.

Llevaba un rato andando cuando percibió un rastro olfativo en el ambiente al que no se podía resistir. Lo siguió presa de una especie de hipnosis y, finalmente, se encontró con la causante de aquel olor: una hermosa y gigantesca flor de colores fríos pero brillantes. Tenía el tallo tan grueso como el tronco de un árbol y sus pétalos, a pesar de la enormidad, parecían tan frágiles como los de cualquier flor. Se quedó observándola con admiración mientras se acercaba absorta, como si no se diera cuenta. La planta se movió hacia ella, como se mueven los girasoles siguiendo al sol y ella acarició el borde de uno de sus pétalos. Jamás se había sentido tan bien, era como si ese simple roce la llevará a lo que en su mente llamaba paraíso. Era adictivo. Tanto que sintió la necesidad de subirse sobre ella. Avanzó hasta el epicentro del aroma y se recostó con sumo cuidado. El placer que sintió entonces es indescriptible, similar al que deben sentir los bebés cuando los sostienen su madres, con esa sensación de tranquilidad, con esa sensación de protección... Inefable. Pasó un buen rato, tal vez unas horas, hasta que fue encontrada allí, tirada sobre la flor, debilitada y envenenada por la felicidad infundada que le causaba. "¿Será demasiado tarde?" preguntó una mujer cuyos rasgos se asemejaban a los de Opal. No, no era demasiado tarde. Por suerte, ella era más fuerte que eso. Pero sí solo hubieran tardado un día más en encontrarla, tal vez hubiera empezado a consumirse.

*  *  *
Una simple historia
que esconde, para variar,
una "moraleja".
¿Sabes cuál ?

Gracias por llegar hasta aquí :)

jueves, 16 de agosto de 2018

H u r r i c a n e

"¡No os alejéis!" grito desesperada "por favor, os necesito..."

Mis súplicas se evaporan en el aire y dejan paso a las dudas. Tengo ganas de llorar porque sigo sin entender. Algo debe de estar mal en mí y no comprendo lo que es. Me estoy frustrando y me da rabia.


Todo empezó con un llanto ahogado. Recuerdo que aquel día, algo estaba naciendo en mi interior. Lo escuchaba latir con fuerza, lo sentía crecer y apoderarse de todo mi ser. No me hacía bien, me invadía por momentos y se aprovechaba de lo débil que me encontraba. Una mezcla de emociones se hacía presente y el descontrol se palpaba. Intenté zafarme como pude, me revolví de todas las maneras posibles, pero eso lo hacía más grande. Qué horrible. Llegó un punto en el que casi tomó las riendas de mi cuerpo por completo y tuve mucho miedo. Por suerte, habíamos pasado tanto tiempo compartiendo el mismo espacio que me había dado cuenta de sus puntos débiles, así que en cuanto me vi con fuerzas, lo expulsé y no volví a saber de él. Menos mal.

Confieso que continué sintiendo su presencia, era como si rondara a mi alrededor. Sin embargo, parecía no estar. Pensaba que eran cosas mías. Estoy convencida de que lo eché, pero esa extraña sensación  era tan intensa, que no sé qué pensar. La cuestión es que un día desapareció aquello y algo cambió. Al principio, me sentí genial, con fuerzas renovadas y, sobretodo, poderosa. Todo iba sobre ruedas... o eso pensaba yo. Desde hace un tiempo está pasando algo y no entiendo qué puede ser. Todo el mundo me mira. Unos parecen enfadados, otros se ven tristes, pero todos están asustados. Intento preguntarles, pero solo consigo ahuyentarles. '¿Qué le pasa a todo el mundo?'


Siento la tierra temblar y lo que soy capaz de ver, se agita a mi paso. Mis seres queridos continúan observándome con cautela, como si fuera a hacerles daño. Me acerco para tranquilizarles pero no funciona, es como si consiguiera todo lo contrario y eso me frustra todavía más. Decido irme, corro sin descanso a ninguna parte y allí, sola, sin que nadie me moleste, me doy cuenta de lo triste que resulta ese sentimiento, el de la soledad. Estoy inmersa en mi misma, he estado inmersa en mi misma un tiempo, pero de repente algo me disuade de mis pensamientos. Las piedras y el viento arrecian a mi alrededor, todo se mueve y yo, al fin, soy consciente de ello. Miro atrás y veo que todo está destrozado: los árboles del principio del bosque caídos, los edificios de más allá agrietados,...  Me incorporo con cierto temor y doy un paso que provoca un minúsculo seísmo y confirmo mis sospechas: yo soy la causante de todo. 


Corro lo más lejos que puedo, intento aislarme para dejar de hacer daño. Necesito tranquilizarme para arreglar lo que he hecho... para arreglarme a mi. El sentimiento de culpa aumenta, y con él, lo hace el huracán que es cada vez más fuerte. Sé que puedo, lo he hecho muchas veces y esta no va a ser una excepción. Si soy fuerte para soportar el peso de un huracán, lo soy para vencerlo. Así, dispuesta a parar(me) los pies, tomo aire, me tranquilizo y, poco a poco, el enorme torbellino se debilita hasta quedarse en nada. Ahora que todo ha vuelto a la normalidad, me siento bien. Me siento genial. Me quedan asuntos que resolver, pero me siento con más energía que nunca para hacerlo.

*  *  *
Gracias por llegar hasta aquí,
espero que te haya gustado 

domingo, 21 de enero de 2018

Little Big Monster

Intenté taparlo, pero no había manera. No sabía cómo, ni en qué momento, pero se había hecho enorme. Era evidente que alguien le había estado alimentando a mis espaldas, o quizá lo hizo él mismo. En cualquier caso ahí estaba. Enorme, imposible de ignorar. No pudo esperar a que lo soltara y lo dejara libre porque para ello necesitaba un tiempo que tal vez no podría soportar. Mi pequeño y suave monstruito de pelo fino, fuerte y suave se había convertido en una enorme bestia cubierta de espinas, igual de finas, pero más agudas. Qué horror.

Se quiso acercar a mi, pero yo me alejé. Él no era consciente de su nuevo aspecto, solo me quería abrazar, como siempre que voy a verlo. No es el primero que tengo, he tenido muchos como él. Son dóciles e intensos -unos más que otros-,este concretamente, lo es demasiado. Y te diré más: no es la primera vez que aparece, aquella vez, yo era muy pequeña. Mi mejor amiga me había dado de lado sin razón aparente y entonces lo vi. Sin embargo, no me acerqué a él hasta el día que ella estaba con esas otras niñas. No me miraban bien y parecían comentar cosas. Cuando coincidí con su mirada, la de esa amiga con la que jugaba y me reía hasta hacía poco, me quedé impactada al contemplar su altanería. Supongo que cuando eres tan joven no sabes cómo reaccionar, ni lo sientes de la misma manera, eres inocente y no te lo esperas. Entonces él vino a mi lado y lo abracé sin contemplaciones. Me atravesó con sus agujas y yo lloré desconsoladamente hasta que no pude más. En aquella ocasión, él no había crecido aún, sin embargo, pude comprobar lo terrible que era sentirlo. Poco a poco, me acostumbré a su tacto dañino y supe que era necesario en mi vida. Desde entonces, ha tenido crías que se han ido yendo y también han aparecido otros como él.  Algunos se han quedado para siempre, pero son diferentes a este 'pequeño'. Creo que me han cogido cariño y por eso, por más que los libere, siempre vuelven y se quedan un tiempo conmigo. Cada vez se quedan menos, pero siempre, siempre vuelven.

Como iba diciendo, este pequeño se hizo grande de la noche a la mañana. Cuando se va, regresa algo más chiquitín porque nadie lo alimenta, por eso esta vez me ha pillado de sorpresa lo mucho que ha crecido. Supongo que no he querido darme cuenta... o que se ha sentido ofendido porque he tratado de ocultarlo y se ha comido todo lo que ha pillado... pero ¿qué podía hacer? A veces no soy capaz de aceptarlo y no voy a verlo. Sé que no tiene culpa de nada, pero simplemente no quiero y lo evito.

Me vi frente a él, en aquella habitación que parecía haber encogido y le miré con toda la valentía que pude. Mi bestia sobrealimentada se quedó quieta esperando a que hiciera el siguiente movimiento. Me acerqué lentamente, temerosa pero decidida, y toqué la punta de un aguijón. Sabía que lo que me esperaba sería espantoso, pero también que era hora de aceptarlo para dejar que se fuera antes de que destrozara la habitación y todo a su paso. Lo abracé y lo sentí como nunca. Ese Dolor era tan fuerte que no podía soportarlo. Tan intenso y tan letal que solo recordarlo me abruma. Estuve mucho tiempo así, tirada de rodillas y asimilando que lo que hacía era necesario. Poco a poco, el Dolor dejó de ser tan agudo, sus finas agujas que tanto daño me habían hecho en la garganta, en el estómago, en la cabeza y sobretodo en el pecho, se fueron ablandando hasta que quedó apenas un tacto ligeramente molesto. Y así, sin más, me miró satisfecho y se fue.

 *    *    *

 Este es el Dolor de la decepción,

¿alguna vez te ha dolido a ti?

Supongo que sí, ¿a quién no?

En fins, si tienes algo que decir, no te cortes y comenta :)

Gracias por llegar hasta aquí 

PD: La historia de la niña es inventada


sábado, 6 de enero de 2018

La Lluvia

La lluvia me está calando de arriba a abajo. Estoy completamente mojada y todavía no he encontrado dónde resguardarme porque los balcones de los edificios no son lo suficientemente grandes. Menos mal que llevo el pañuelo puesto y... en fin, no hace nada porque no es impermeable precisamente. Parezco tonta, pero como he visto a otra chica hacerlo, me siento algo mejor. Tal vez podría aligerar el paso, pero con la que está cayendo es probable que me caiga. Si mi madre me viera seguro que diría algo como '¿para eso te regalo unas botas de agua?' Pero tengo excusa: no sabía que fuera a llover y mucho menos que arreciara de esta manera.


 Aprieta y las gotas atraviesan los tejidos de mi ropa. Hay un portal a unos metros de mi. "¡Al fin!" me digo. Cuando llego, pongo la cabeza boca abajo y me sacudo como un perro. La humedad está en el aire, pero tengo la esperanza de que sirva para algo. Miro al frente y veo la calle en diferido. Es como si lo hiciera a través de una pantalla o de uno de esos canales rotos con puntitos grises, negros y blancos, porque todo se mueve dentro de su quietud. Pero es la lluvia. Cae con tanto ímpetu y a tal velocidad que hace bailar al paisaje. Los más afortunados estarán leyendo o viendo series con la melodía natural de la lluvia de fondo. Pero yo no, soy de las pocas pringadas a las que les ha caído el chaparrón encima.

Sigo estando mojada. Las gotas han traspasado mi ropa y la sensación es tan incómoda como frustrante. La lluvia me ha calado del todo, ha llegado hasta mi piel y el frío está rozando mis huesos. Lo sé porque ya se me han congelado la punta de los dedos. Intento calentarlos echando el aliento y empiezo a notar un ligero dolor de garganta. Es lo que pasa cuando llueve, es lo que ocurre cuando te mojas así. Las sensaciones se transforman y se aprecian de manera diferente. Y si encima te cala de verdad, terminas pasándolo mal. Llega hasta el fondo de alguna parte de ti y no tienes escapatoria porque ya está, te ha atravesado. Con suerte pasas una mala noche tosiendo y con dolor de cabeza. Con suerte. Si lo hubiera sabido, me habría puesto las botas, los guantes y hasta ese abrigo impermeable tan feo. Pero es que no lo sabía.

Me da rabia quedarme aquí sin hacer nada. Soy una chica inquieta y no solo es tarde, sino que encima no paro de imaginarme en casa con el pijama y el calor del brasero. Tan agusto... tan bien... Se acabó. Si la lluvia no se va a detener, yo tampoco. Camino decidida y vuelvo a calarme. No es peor que antes porque haya estado un rato resguardada, es exactamente igual de desagradable. Pero ¿sabes qué? me he hartado de temer a esas diminutas gotas que arrasan con todo a su paso. Me he hartado de quedarme quieta para evitar la frigidez de mis músculos. Si ya estoy calada de arriba a abajo qué más da. Qué importa si sé perfectamente que lo único que necesito para cambiar la situación es moverme, a pesar de la lluvia y a pesar de todo.

*   *   *

La historia no es que narre algo con mucha miga
pero si tiene un par de cositas escondidas, como en el roscón!
En fins, gracias por llegar hasta aquí :)

lunes, 16 de octubre de 2017

La 'Ella' Durmiente

Hay una parte de mi que está dormida. Se encuentra flotando en el limbo de algunos de mis Pensamientos. Aquellos que la necesitan despierta. Ellos la mantienen viva, pero no pueden hacerlo para siempre. No tienen esa capacidad. Precisan de algo más para que despierte, de una chispa, sino llegará un momento en el que ellos, sintiéndose abandonados, desaparecerán y, por su parte, ella morirá. 

Esa chispa orbita alrededor de los Pensamientos y es como la lluvia: sigue un ciclo. Esto significa que, en realidad, está presente en todo momento, pero no es hasta que se enciende cuando cumple su función. Surge repentinamente, cuando se dan una serie de condiciones en el transcurso de ese ciclo, lo que ocurre es que para algunos es difícil prenderla. Se requiere de mucho coraje para conseguirlo... y confieso que tengo miedo porque presiento que, como siga así, esa parte de mi morirá. El deceso no tiene lugar de la noche a la mañana, de hecho hay partes de nosotros mismos que permanecen dormidas eternamente y mueren cuando nosotros lo hacemos. Dicen que eso es incluso peor, porque los Pensamientos sufren. De hecho, me apenan mis Pensamientos, por ello intento alimentarles cada día, para que se mantengan fuertes hasta que logre encender la chispa. Pero a veces lo más difícil no es eso, sino defenderles de los monstruos. Sí, los monstruos ¿no has oído hablar de ellos? Verás, no hay dos iguales, pero se les distingue por su aura oscura. Los hay de distintos tamaños y formas, y, en definitiva,  buscan deshacerse de los Pensamientos. Para ello, absorben su energía hasta evaporarlos y dejarlos en nada. Es por ello que hay que alimentarlos cada día: necesitan fortalecerse, pues estos monstruos no actúan de manera inmediata, todo ocurre lentamente.


¿Ahora entiendes a lo que me refería cuando hablaba del coraje? Estos monstruos formaban parte de los Pensamientos a los que intentan absorber, pero en el momento en que se originaron, se desprendieron de ellos y se regodearon en la oscuridad que les envuelve. Hay personas que cometen el error de alimentarles a ellos también con el pretexto de que, al fin y al cabo, también son 'sus creaciones', pero eso solo empeora las cosas. A los Miedos, nunca hay que alimentarles, ellos solos sobreviven mejor que los Pensamientos. 

Me he propuesto visitar más a menudo a los Pensamientos, contemplar esa parte de mi dormida e imaginarla despierta. Haré lo imposible para avivar esa chispa, esa bombillita, esa Idea. Siempre que lo he hecho, ha terminado originándose otro Pensamiento, porque así es como nacen: son un intento fallido de encender la chispa. Pero no, yo sé que algún día despertaré esa parte de mi, ese sueño por cumplir se hará realidad. Y espero que tú, querido lector, hagas lo mismo con esa parte de ti que dormita en algún rincón de tu cabeza. 


*   *   *


Gracias por llegar hasta aquí :)

sábado, 5 de agosto de 2017

DesEncuentro

No tenía ni idea de donde me encontraba; a mi alrededor solo había árboles, setas y varias plantas que jamás había visto antes. Conforme avanzaba se iba abriendo el camino dejando ver un haz de luz que era cada vez más cegador. Justo antes de llegar al final de ese tramo examiné el lugar: debía de ser un pantano o tal vez un lago, en cualquier caso, cuando estaba observando su inmensidad, no pude evitar fijarme en una estatua derruida y atrapada entre numerosas enredaderas que le daban un aspecto más creíble, ya que el gesto de ésta parecía representar esa misma sensación. Estaba medio arrodillada, con una mano en el suelo y la otra en la cara. Estudié con curiosidad cada milímetro de la escultura, entonces me invadió un hormigueo por todo el cuerpo cuando me fijé en el ojo que quedaba a la vista. Era tan real y me resultaba tan familiar...

Escuché el ruido de unas hojas secas siendo pisadas y me giré bruscamente apartándome de la estatua. Mis ojos se abrieron de par en par. Había una figura de presencia fuerte pero a la vez serena al otro lado del lago. Me acerqué hasta la orilla para comprobar que mis ojos no mentían: ''¿¡Leo? ¿¡Eres tú!?'' grité. De repente, una luz blanca aún más cegadora inundó toda la zona e instintivamente apreté mis ojos con fuerza mientras los tapaba con el brazo. Noté que algo me sujetaba suavemente del otro brazo pero no me aparté, de hecho no estaba nada asustada, al contrario. Abrí los ojos y efectivamente, era él. Me miraba sonriente, pero en sus ojos se plasmaba una melancolía que hizo que se me escaparan algunas lágrimas. Me acarició la cara acercándola cada vez más a la suya hasta juntar nuestros labios en un beso que nunca antes había sentido así. Nos separamos y una vez más me miró; algo recorrió todo mi cuerpo hasta alojarse en el estómago unos segundos tras los cuales salió en forma de llanto incontrolable. Me abrazó y yo me agarré a él con angustia.

Con el corazón en un puño y algunas lágrimas deslizándose por la superficie de mi cara, me enderecé sofocada.  Mientras me secaba las mejillas, comprobé que todo estaba oscuro. Encendí la luz de la mesita de noche y me quedé mirando una foto que tenía junto a él. Un rato después, la cogí y me recosté encogida con ella en el pecho.

"Aún no me lo creo", se dijo apretando los ojos con el ceño fruncido.

domingo, 30 de julio de 2017

Y tú, ¿qué tal?

-Qué asco de día. Últimamente no me sale nada bien. 

Es demasiado tarde, lo sabes por el sueño que tienes. Apagas la luz de la mesilla de noche, te tapas y te acurrucas entre las mantas. Qué raro, hay unas manchitas blancas que bailan al son de tu mirada que se mueve a ciegas entre la oscuridad. Las observas durante un buen rato porque no puedes dormir, pero el cansancio vence y caes rendido.

El día comienza y tu despertador te avisa. Todo sigue tan oscuro como la noche anterior. Apagas el despertador con torpeza y te estiras. Notas algo raro, pero el tiempo no te deja pensarlo demasiado, así que te levantas y vas a subir la persiana. La oscuridad no se va. Tu corazón se acelera y te frotas los ojos. Cuando los abres, todo sigue oscuro. Tu respiración se corta unos segundos con los nervios a flor de piel y comienzas a hiperventilar. No te lo puedes creer, no te lo quieres creer. Temblando, posas los dedos en el párpado y la mejilla y los separas haciendo que los ojos se abran al máximo, pero no solo sigue todo negro, sino que además, notas como tus dedos índices se hunden ligeramente al tocar los párpados. La hiperventilación aumenta por momentos acompañado de un corazón que palpita cada vez más rápido. Una horrible sensación te recorre todo el cuerpo y se instala en la garganta impidiendo que tragues saliva con normalidad. Mientras tanto, diriges tus temblorosos dedos hacia un ojo y confirmas aquello que parecía imposible. No están. Caes al suelo de rodillas tratando de entender. 

"¿Qué está pasando? ¿qué es esto?"

Es lo único que tu mente, de forma repetitiva, acierta a pensar. Llega un punto en el que preferirías que te doliera para parar de buscarle una explicación a algo tan espeluznante. Tras quedarte inmóvil unos minutos, reaccionas y corres a tientas confiando en que la memoria no te falle a la hora de moverte por la habitación y el resto de la casa. Sientes angustia. Sientes desasosiego. Sientes que no avanzas y cada vez te encuentras peor. Aminoras el paso porque dudas de si tan siquiera estás en tu casa. Extiendes los brazos con cierto temor pero no consigues palpar nada. Avanzas con paso lento como si temieras caer por un precipicio hasta que alcanzas algo. Es pelo y es áspero. Tragando saliva, prosigues hasta que una mano te coge fuertemente la muñeca y te obliga a parar. Elevas tu cabeza  instintivamente y la mueves levemente hacia los lados queriendo encontrar al dueño de la mano. De repente, una voz de ultratumba, potente pero algo aguda te dice:

"A ver si así aprecias lo que tienes de verdad" 

Tras estas palabras, notas un aliento cálido y espeso en la cara al que acompañan unos ruidos semejantes al gruñido de un león que de pronto se convierte en un grito atronador y furioso que sientes delante de ti en todos los sentidos. Un grito que se va transformando poco a poco en el chillido normal que acostumbras a escuchar cuando alguien se asusta. Entonces, con la cabeza bombeando a la misma velocidad que el corazón, te incorporas en la cama y, con sudores fríos, comienzas a tocarte la cara. 

Tranquilo... sólo ha sido una pesadilla.

*  *  *
¿A que si te digo que he estado viendo cortos y 
documentales sobre Tim Burton, 
te encaja esta entrada? es que me encanta 
y a veces no puedo evitar
querer acercarme a su mundo.
En fins, ¡espero que lo hayas disfrutado 
tanto como yo escribiéndolo!
Gracias por leerme :)

martes, 7 de marzo de 2017

Mis Pepitos Grillo

Me siento tan perdida...
¿Qué hago?

"Camina, qué otra cosa puedes hacer"
"Para qué, si no sabes ni a dónde, ni porqué"

¡Ah, vosotras!
Pero... si no me muevo, ¿qué hago?

"Piensa en lo que quieres y ya verás qué haces entonces"

Mm... parece buena idea. Andar así, sin rumbo fijo... tal vez no merece mucho la pena.

"No le hagas caso, ¿no ves que quiere que te quedes? Continúa caminando, a algún sitio llegarás"

Pero ¿para qué?

"Eso, ¿para qué?"

"Para no estancarte. A veces esperamos que algo nos ilumine, que haya una gran aparición que nos muestre el camino que debemos tomar como si de alguien o algo ajeno dependiera. Alguien o algo a lo que nos gusta llamar 'Golpe de suerte', pero lo que pocos saben es que ese golpe de suerte, no existe. Es esfuerzo, tesón, ganas, ambición,... Es haber estado trabajando para conseguirlo. Hay gente a la que le toca un don maravilloso y no lo explota, hay gente que lo explota, pero no lo hace público y no saca nada... y hay quienes saben aprovecharlo. Y ¿cómo lo hace? continua andando. Sigue por donde el instinto le lleva hasta que alcanza lo que buscaba... o no. El caso es que sigue a ciegas, sin esperar nada, pero con la confianza de que algo acabará teniendo. Me refiero a que ese camino puede desviarse y terminar donde jamás imaginas."

Mm...

"Bueno, y qué más. Me vas a decir que esa gente a la que le viene todo rodado desde que nace, con la vida hecha, no tiene suerte".

"Sí y no ¿Sabes de dónde lo han sacado? probablemente de unos padres que recorrieron un largo trecho hasta lograrlo. De todas formas, ellos no son ella. Como bien has dicho, a ella, como a la mayoría, no le ha venido todo rodado, así que déjala que siga hasta que se encuentre".

"Bah, mira, yo sigo pensando que es una tontería y que estás muy cómoda donde estás. Tienes todo lo que necesitas, ¿para qué te..? ¡Eh! ¡A dónde vas!"

Creo que prefiero andar. Es más entretenido que quedarme a escuchar como discutís. Pero ¡gracias a las dos!

"Og, tenemos que seguirla, ¿verdad?"
"Eso parece"
"Pues vamos. Y borra esa sonrisilla, a ver a quién hace caso la próxima vez".

*    *   *
No son el demonio y el ángel,
son esas voces que a veces nos acompañan
Una no es peor que la otra, simplemente son distintas y tienen puntos de vista diferentes
No, no son voces como tal, son los ecos de los pensamientos,
aunque a mi me encanta pensar que son miniyos desde chica,
¿a ti no?

En fins, gracias por llegar hasta aquí,
de verdad, porque tiene mérito, que lo sé :)

miércoles, 1 de marzo de 2017

Como siempre

Estaba en el mayor desierto que había visto en la vida. Sentía que el horizonte ni siquiera podía definirse con claridad. No había nada, absolutamente nada. Me encontraba sola, completamente sola. Así que, después de andar durante un buen rato, me tiré al suelo resignada. La arena se abrió al paso de mi cuerpo y me hundí a gran velocidad en un vacío que parecía no tener fin. Era increíble, parecía agua. Me sentía flotar en una masa espesa e insostenible a la vez que me atrapaba sin llegar a dejarme inmovilizada. Era extraño. Como sentirte enjaulado en una especie de libertad ficticia. Me veía como el niño del CD de Nirvana. 
Pum. Termino de caer como si lo hubiera hecho desde una silla baja. Me levanto desconcertada y, sacudiendo la cabeza, me quito la arenilla. Veo negro. Arena y negro. Pero tiene reflejos. Es como si hubiera unos focos enfocando un cristal en mitad de una cámara oscura. Avanzo poco a poco y me percato de que estoy cubierta por un cristal esférico. Lo toco. ¿Qué pasa? ¿Y por qué cae arena de repente? Miro hacia arriba. Tonta reacción que me quitó la visión unos segundos. Refriego mis ojos y entonces lo entiendo. Me encontraba dentro de un reloj de arena.
Algo sacude el reloj y a mi con él. 
La luz vuelve poco a poco y veo la pizarra tras un cúmulo de cabezas. 
"Perdiendo el tiempo, como siempre".






*   *   *
Me estoy dando cuenta
de que el tiempo es un tema recurrente para mi últimamente
Será el estrés del último año de carrera (?)
Bué, no sé, pero si al menos inspira
bienvenido sea, ¿no?
Gracias por haber llegado hasta aquí :)

viernes, 28 de octubre de 2016

Paseo por los Hemisferios

Estaba revisando cada una de las estanterías del almacén mientras paseaba como siempre, cuando noté que las luces parpadeaban. Lo percibí como algo normal, después de todo, el lugar no es que fuera muy actual que digamos. 
Tomaba notas de cada frasco y de su contenido. Los había de varios tamaños y formas. En la izquierda había unos tarros más opacos con colores fuertes entre los que destacaban el verde, el azul eléctrico, marrones,... algunos expulsaban burbujitas y otros hasta se veían algo traslúcidos. En la derecha, los envases eran más distintos entre sí; de hecho, no había dos iguales. Los había gorditos, alargados, retorcidos, en forma de muelle; de cristal, de plástico, de vidrio, de madera,... y en cuanto a los colores... eso sí que era algo insólito. Cada día veía cosas más extravagantes. Si hasta había un tarro que parecía contener una galaxia en miniatura. Ese era, sin duda, mi favorito. Solía quedarme un rato mirándolo. Ese y otro en el que parecía haber nubes que se movían lentamente. La palabra magia revoloteaba sobre mi cabeza al mirar cualquiera de los dos. Qué espectáculo, de verdad. 
Aquel día, no sé porqué, me dio por tocar el "tarro espacial", como a mi me gustaba llamarlo, y una especie de rayo salió del centro para unirse con mis dedos. Lo levanté y lo puse a la altura de mis ojos. Giré el tarro un par de veces. Vi como unas estrellas giraban sobre un eje invisible a cada vez más velocidad y me quedé como en shock.  No sé si ocurrió realmente o si fue cosa del subconsciente, pero por un momento sentí que las luces se apagaban y estaba sola con el tarro en mitad de una nada oscura. Probablemente fuera cosa de mi cabeza porque ese negro se convirtió casi sin darme cuenta en blanco y, al rato, estaba rodeada por un auténtico universo. No pude contemplar mucho más porque un terremoto me tambaleó devolviéndome a la realidad. Menos mal que fue algo leve. Dejé el bote en la estantería y lo observé sonriendo. Otro terremoto. Este me pilló peor y di un tropezón hacia atrás con tan mala suerte que tropecé y enganché uno de los tarros que había en la estantería de enfrente. 

CRASH

Vi cómo un bote negro y rotísimo expulsaba nubes púrpuras y grises y derramaba un líquido espeso y verdoso. Me eché la mano a la boca por si fuera tóxico y fui a por la escoba, la fregona y el recogedor para arreglar el estropicio. Cuando me puse a limpiarlo, encontré un cartelito entre los cristales en el que ponía "Rencor". Lo miré extrañada y seguí con mi labor. 
Desde entonces, mis compañeras están haciendo otra dosis de "rencor", pero por lo que se ve, les está costando. 

*  *  *
El tarro galáctico podría ser la esperanza y el terremoto, cualquier problema con alguien.
Hace tiempo que me cuesta tener rencor porque pienso que no merece la pena.
¿O será falta de amor propio? La verdad es que no lo sé.
En fins. Típica historia que publicaré y nadie leerá, así que bah, jajaja
Para quien lo haga, mil gracias; espero que te haya gustado :)

lunes, 10 de octubre de 2016

Cosas Extrañas

-No entiendo porqué nos persiguen, ¿qué quieren de nosotros?
-No lo sé, pero tampoco quiero saberlo, la verdad.

Raquel y yo andábamos a paso ligero con el resto del grupo por un frondoso y oscuro bosque de hojas que parecían casi azules. El exotismo de la flora de aquel lugar me encadilaba a pesar de estar siendo perseguida. Tenían un poder casi hipnótico con esos colores que mantenían su viveza aún con toda aquella oscuridad. De repente me choqué con uno de los que iba por delante de mi.

-¡Ey! -grité. Todos habían parado y el silencio se hizo. Asomé la cabeza entre los huecos que el resto dejaba y pude ver a nuestros perseguidores. Había tres. Parecían los típicos agentes secretos que había visto en series y películas de espías: trajes negros y grises, gafas de sol, audífonos... Éramos un grupo bastante grande, ¿qué se creen que harán solo tres? Podemos con ellos. O eso pensé. Debían tener una especie de armas escondidas cuya existencia ignoraba. Eran bastante grandes, como un bazooka, pero redondeadas y de un metal más brillante. Pude ver lo que es el gatillo y otra cosa en la parte superior que parecía ser el objetivo. No tengo ni idea; ni pude ver mucho más porque Raquel, que estaba agachada, me apretó la mano y, tras hacerme bajar, me indicó con la cabeza el lado opuesto de nuestros perseguidores, por donde habíamos venído. Dejamos allí al resto que intentaba ganar tiempo pidiendo explicaciones. Venían otros tres con nosotras. Ahora no me arrepiento nada de haber estado yendo la última porque, al parecer, éramos tantos que ni siquiera se notó. "Tal vez así nos dejen en paz" pensé.

Nos desviamos un poco del camino inicial y encontramos una especie de tronco gigante y hueco en el que nos resguardamos durante un buen rato. Escuchamos pisadas aceleradas que se acercaban y se alejaban pero nunca llegaban a estar demasiado próximas como para preocuparse. Una vez dejamos de oírlas y, pasado un rato, algunos logramos conciliar el sueño sin más.

Cuando desperté, todos seguían durmiendo. Pude ver como el sol se asomaba entre los pequeños boquetes del tronco y decidí salir sorteando a mis compañeros. Efectivamente, era prácticamente de día. De hecho, casi terminaba de amanecer. Me senté sobre el tronco contemplando el paisaje durante un buen rato. Apenas corría aire y el sol coloreaba el lugar de una manera espectacular. Jamás había visto algo igual. "¿Dónde estaremos..?" me pregunté. No pude reflexionar mucho más ya que el grupo se fue despertando poco a poco. La idea era buscar comida y continuar andando, pero como no nos fiábamos del extraño aspecto  de las frutas que encontrábamos, optamos por seguir andando y ver si, con suerte, encontrábamos algo por el camino.

-Oye, ¿y vosotros cómo habéis acabado aquí?-preguntó uno de los chicos. Se llamaba Bruno. Era poco más alto que yo, castaño tirando a rubio y en su expresión se veía claramente que llevaba un buen rato pensándolo.
-Yo... no lo recuerdo. Simplemente aparecí en aquella especie de cámara donde estábamos todos- contestó Mónica, la otra chica aparte de nosotras. Era morena y llevaba una larga trenza que le llegaba a la cintura. Otro de los muchachos se giró rápidamente y la miró.
-¿No lo recuerdas? ¿Nada?- preguntó el otro chico. Su nombre era Acteón. Tenía los rasgos de la cara muy rectos, el pelo ensortijado y bastante claro también; era griego. La chica negó.
-¿Tú sí? - preguntó Raquel.
-Claro que me acuerdo. Bueno... no de todo. Pero si recuerdo que estaba jugando al ordenador, con los cascos y todo, y cuando quise darme cuenta había alguien...-hizo una pausa. Se había como trabado de repente.
-¡¿Qué?!-gritaron los otros dos chicos. Yo contemplaba la escena muda. Él tragó saliva
-Bueno, sí; el caso es que cuando me giré, todo se sumió en una oscuridad repentina y entonces sí, me vi en la cámara esa que tú dices.

No imagino cuánto tiempo transcurrió, pero ya estaba atardeciendo. Estuvimos comentando nuestras experiencias como si hubiera sido algo medianamente normal lo que Acteón había contado. No sé si el miedo nubló las ganas de preguntar del resto o si no lo percibieron como yo, pero había algo raro en su historia. Cuando tuve ocasión, le pregunté aparte de nuevo para ver si podía sonsacarle algo más. Entonces, Mónica se paró en seco unos segundos y observó la lejanía; salió corriendo mientras gritaba "¿¡No veis eso?!". Todos corrieron tras ella. Acteón y yo nos miramos y fuimos detrás.

El bosque parecía terminar y vimos algo parecido a una ciudad. Algo parecido porque se veía pequeña. Es más, de lejos parecía una maqueta de ciudad. Bajamos por una pendiente de tierra que había y nos dirigimos hacia allí. Cuando llegamos, parecía estar desierta. Si que se veían personas de vez en cuando, solo que no nos daba tiempo a decirles nada o directamente no nos hacían caso. Tal vez era por las pintas que teníamos, no lo sé. Al fin, dimos con un hombre de mediana edad y aspecto afable.
-¿Puedo ayudaros en algo, chicos?
-¡Sí! - Raquel le explicó resumidamente lo que nos había pasado y el hombre no lo dudó.
-Subid. Ya sé dónde llevaros. Dos pueden ir delante.

Charles parecía un señor rudo pero a la vez muy agradable. Era inglés, pero hablaba bastante bien español. Algo me decía que era de fiar. Supongo que todos lo pensamos, sino no estaríamos ahí. Nos estuvo contando que aquello era Palmyra. Una isla situada el Océano Pacífico que estaba prácticamente deshabitada. De hecho, le extrañó mucho lo de los hombres trajeados. Según comentaba, llevaba un tiempo viviendo allí para realizar una serie de investigaciones acerca de la misma. Por lo visto, no es una isla como tal, sino un atolón gigante, lo que, según Charles, significaba que había existido un volcán ahí y que, de hecho, sospechaba que toda la isla lo había sido. "¿No es increíble?" dijo. Raquel y yo, que íbamos delante con él, nos quedamos maravilladas. Sabía mucho de todo. De repente, escuchamos como se acercaba el sonido de unas motos. Eran tres de los hombres trajeados que conducían unas veloces Honda negras con detalles plateados. Nos perseguían y Charles aceleró. Se escuchó un ruido como de láser y la camioneta dio un brinco. Los que iban detrás empezaron a gritar. Nos asomamos por la ventana que daba atrás y pudimos ver una especie de avión a lo lejos. Un haz de luz rosa había aparecido cerca de la camioneta. Los hombres trajeados disparaban a discreción una especie de masa ¿acuática? sin éxito al haz de luz. Nos giramos intentando echar un ojo atrás de vez en cuando. Una de las veces que miré, pude ver cómo de ese haz de luz salía un enorme brazo y se llevaba a Acteón. Los ojos se me abrieron como platos "PARA" chillé. Charles me miró como si estuviera loca. Pasó lo mismo con Mónica y Bruno. "QUE PARES YA" volví a gritar con más fuerza pero algo ahogada. Se me saltaron las lágrimas. Charles paró de un frenazo al igual que los hombres trajeados. Pero para cuando habíamos salido, el haz de luz había desaparecido.

*    *    *

Y bueno, esto es un sueño que tuve hace poco.
Probablemente es fruto del ritual nocturno que teníamos 
en el piso de ver Stranger Things antes de dormir.
Es el primer relato sin más -sin significado implícito, quiero decir-
 que escribo desde hace años, ¡espero no haberlo hecho muy mal!

Gracias por leerme :)

lunes, 27 de junio de 2016

¿Qué..?


Es entonces cuando todo se inunda de repente. No te da tiempo a coger aire ni tan siquiera y la desesperación se va apoderando de ti. Un líquido transparente pero peligrosamente espeso ocupa todo tu espacio en décimas de segundo haciéndote enloquecer. Pataleas con angustia buscando una salida, pero cada vez te falta más el oxígeno. Notas como el corazón golpea tu pecho amenazando con salir atravesado en cualquier momento, todo tu cuerpo lucha por sobrevivir. Te estás ahogando y lo peor es que no puedes hacer nada para evitarlo. O sí. Puedes ver un ápice de luz sobre ti que, iluminando el tremendo espesor, se hace más grande conforme te acercas. Abres los ojos esperanzado y te impulsas impetuosamente hacia él aún sintiendo como las fuerzas te abandonan poco a poco. Finalmente, se marchan por completo dejándote suspendido a tan solo unos metros de "tu salvación".


* * *

¿Te suena esa sensación?
En realidad, es muy común. 
Pero también necesaria porque nos incita a luchar.
Nos incita a revivir con más fuerza y a fortalecernos.



                                                   * * *

En un abrir y cerrar de ojos has conseguido volver en ti. Sacudes la cabeza y miras hacia arriba.

¿Qué ha pasado? ¿has vuelto a fondo? ¿y qué puedes hacer ahora?

Miras a tu alrededor y... espera, sigues estando en la habitación y ¿qué es eso? ¿un tapón? Hay un tapón enorme en medio del cuarto. Nadas a toda prisa hacia él y, haciendo acopio de todas las fuerzas que te quedan, tiras. 

*Clonk*

Sales disparado hacia un extremo de la habitación mientras el líquido se pierde en el fondo del inmenso agujero. Te enganchas a una barra que hay sin soltar el tapón. Todo está ocurriendo muy rápido, apenas eres capaz de ver nada, de hecho ya no hay una gota del líquido. Te diriges hacia el agujero y, tras taparlo, desaparece. 

                                                   * * *


Cuando nos hundimos, somos incapaces de pensar
en otras alternativas para salir de donde estamos,
y olvidamos que siempresiempresiempre hay una solución.
¡que no hay mal que 100 años dure!

M©Z®


Gracias por leerme :)

sábado, 30 de abril de 2016

El viajero y la Piedra

'Siempre se tropiezan conmigo, pero nunca nadie me lleva consigo' pensaba la piedra del llano camino pensativa.

Era una piedra de tamaño medianamente considerable que siempre se encontraba en mitad de un sendero liso. El caso es que ella destacaba entre la tierra y los hierbajos que rodeaban el paseo, pero la gente no siempre reparaba en su existencia y solían tropezarse con ella, entonces la pateaban de pura rabia. Otras veces se dedicaban a patearla por gusto un rato y ya

. El caso es que no era un lugar muy transitado que digamos, pero de vez en cuando pasaba un viajero despistado y PUM.

"Pero ¡¿qué hace esto aquí!? " y lleno de rabia 'BOMM' le daba una patada que la trasponía hasta unos cuantos metros más adelante. Es curioso porque nunca llegaba a la hierba, y si lo hacía, de alguna manera volvía a la senda.

Un día, un viajero cansado que no se percató de su presencia cayó como tantos al encontrársela. Éste se quedó largo rato en el suelo rezagado hasta que decidió levantarse. Bebió agua y la golpeó.

"Qué raro. Otra vez." pensó con ironía la piedra.

Pero el peregrino se dedicó a ir por todo el camino dándole patadas como si de un balón se tratara. Esto a la piedra le encantaba. Jamás había avanzado tanto ni visto tantas cosas a su paso. "¡Es genial!" se decía. El viajero no se cansaba de patear aquella piedra. De hecho, le encantaba. El recorrido se hacía mucho más entretenido. Poco a poco, los golpes fueron dando una nueva forma a la piedra. El peregrino se percató de ello y la cogió asombrado.




"¡Qué bonita!" se dijo.

Y desde entonces, decidió continuar viajando con ella pero colgada de su cuello.

Recuerda que las esculturas más bonitas fueron piedras un día
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No, no estoy muy sembrada. Y no, no me he fumado nada.
 Es un intento de fábula que se me ocurrió un día y al que he dado forma ahora.
A lo mejor, si la hubiera escrito el mismo día que se me ocurrió, habría salido de otra forma, hmm
En fins, espero que se entiendan todos los significados, y que guste :)
MIL GRACIAS a quien lea y otras MIL a quien comente/critique 

jueves, 9 de julio de 2015

"No puede ser"

Me encontraba sentada en una silla que había en el pasillo esperando al resto de la familia. Me encontraba sola y la espera se hacía eterna; no había más que hacer, estaba todo preparado. "¿Qué pintará una silla en mitad del pasillo?" pensé, "bueno, tú estás sentada en ella ahora, ¿no?", rebatí. Al fin escucho el tintinear de las llaves y salgo de mi trance. Me coloqué bien las sandalias y me incorporé aún sobre la silla esperando ver aparecer a los primeros invitados para ir a saludar cuando el corazón me da un vuelco antes de asimilar lo que estaba presenciando. "No puede ser", me dije. En contra del acelerado bombeo que golpeaba mi pecho, mi cuerpo no conseguía reaccionar. Se me escaparon unas lágrimas inconscientes y entonces conseguí volver en mí. Tras varios abrir y cerrar de ojos, pude ver que seguía ahí, que, efectivamente, era quien había visto y que me miraba de manera inexpresiva, como si no entendiera el porqué de mi comportamiento. Como un caballo con las orejeras puestas, me abalance sobre él llorando desconsoladamente y bajo la atónita mirada del resto. Me separé un momento para asegurarme de nuevo de que no me equivocaba y al ver que no, eché una mirada a los demás. Apenas podía pensar en algo más allá de lo que estaba viviendo, pero lo cierto es que no comprendía porqué el resto no entendía lo que estaba pasando. De repente, empecé a verlo todo borroso. (...) "¿Me están llamando?"; abrí los ojos desorientada y tenía unas cuantas cabezas encima que me observaban preocupadas. "Ha sido un desmayo, nada grave", escuché decir a mi tío. Enseguida me puse en pie y busqué a mi abuelo con la mirada. "¿¡Dónde está!? ¡Estaba aquí hace un momento!" decía yo entre lágrimas. Pero todos callaron sin saber realmente qué decir. Mientras, yo, angustiada, seguí buscando.

"¡Ey! ¡Eh! ¿Qué pasa? ¡Despierta!". Era mi madre. No pude hacer más que mirarla y llorar. Llorar como lloraba dormida. Llorar pensando en que te había visto después de tanto tiempo, aunque fuera en un simple sueño. 
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Dicen que uno no muere mientras haya alguien que lo recuerde y no hay mayor verdad. 
Aquí no hay día que pase que no se te recuerde, abuelo, ni día que pase que no se recuerden ni los bailes,
 ni los "Cawendiós" tan castellanos que te salían, ni tu ánimo, ni nada. 
¿Sabes? Me alegro de haber llorado, eso solo reafirma lo buena persona que eras.
De lo contrario, es probable que fuera otra la sensación que hubiera sentido.
En fins, siempre es bonito recordar este tipo de cosas,
mucha gente lo teme o lo evita centrándose
en que es algo malo, y lo que sientes pues
no es la mejor sensación del mundo, pero está claro que es algo que no hay que repeler.
¡Bueno, que me enrollo como siempre! ¡Un besico a quien haya llegado hasta aquí! :)l

jueves, 2 de julio de 2015

Otra vez tú

Eché la cabeza contra la ventanilla del autobús. El fin de semana había ido sobre ruedas, a pesar de ese pequeño miedo a lo desconocido que siempre acompaña a las nuevas experiencias. Agotada del día anterior, me puse las gafas de sol y cerré los ojos para dormir. O esa era mi intención hasta que comenzaste a aparecer tú. Tú y tus palabras que escupías como somníferos o tranquilizantes y que escondían -o pretendían esconder- unas desconcertantes segundas intenciones que, después de todo, guardaban otro doble fondo. Veía tu mirada entre tanto y mientras iba atando cabos acerca de tu cobardía e hipocresía que se me aparecían en forma de recuerdos como un tren pasa frente a la gente que lo observa desde la estación. Divagaba sobre tu capacidad para mentir y embaucar para un fin tan primitivo que disfrazaste aprovechando tu posición. Y no desde la mente de una chica pillada o enamorada ni mucho menos, sino desde la de una que, confundida, vuelve a decepcionarse al ver como, de nuevo, lo que creía, no era. 
Solté un leve suspiro nasal y miré el móvil.
"¿Ya has llegado? ¿Vas bien?" me preguntó mi amiga.
"No, aún no" contesté yo "Pero ya mismo".


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¿Existe mejor forma de liberarte que esta? quitando la violenta, no lo creo😌
Al igual que tampoco creo que mire esto como dijo que hacía. 
Has encontrado la forma de volver a salir aquí después de tanto tiempo ¿eh? 
Las personas siguen decepcionándome y yo cada vez me lo tomo con más filosofía
 porque el tiempo vale demasiado como para perderlo 
pensando en minucias que hablan solas. 
¿Espero equivocarme? sí. ¿Lo estoy haciendo? ya me enteraré, amigo mío.
Porque odio que me decepcionen,
pero sobretodo odio no entender.

jueves, 25 de diciembre de 2014

"¿Dónde estará?"

Había una vez un niño que todas las tardes iba al parque a jugar. Se divertía en los columpios, en el tobogán... en todas partes y con todo el mundo. Era un niño feliz, que como cualquier otro no tenía ningún tipo de perturbaciones.

Un día de verano cualquiera en el que se encontraba comiendo la merienda, se le acercó un extraño pajarillo, que, con cierta cautela se comía las migajas que al joven se le iban cayendo. Éste, cuyo interés había sido totalmente captado por el animal, se le quiso acercar para tocarlo sin demorar en que éstos bichejos huyen a la mínima, y así se escapó bajo su atenta mirada. El chico volvió a su juego durante el resto de la tarde, mas al volver a casa, se acordó del llamativo ave. "Nunca había visto un pájaro así, era tan raro, tan distinto a otros que he visto... Ojalá esté mañana también." pensó. Y efectivamente, allí estaba de nuevo, arrimándose a los pies para picotear los restos de su bocata. Desde entonces, el chico esperó a que el ave se le acercase más y más hasta que un día consiguió que éste comiera de su mano. Se había ganado la confianza del animal hasta el punto en que llegó a posarse en su hombro e incluso atender a su silbido. Era genial jugar con el avecilla. Era, porque un día el joven se cansó de él y dejó de hacerle caso. El pájaro, fiel, se le acercaba de todas maneras, pero el chico, que estaba harto, dejó de darle migas e incluso decidió cambiarse de lugar para quitárselo de vista. Así, observaba desde ese nuevo sitio como cada día el pajarillo seguía acudiendo al mismo lugar buscándolo.

Pasaron los meses y, con la llegada del otoño, el chico dejó de acudir con la misma frecuencia al parque debido a que había empezado los estudios. Sin embargo, siempre que iba, lo veía sobrevolar el parque muy por encima. "Pero, ¿este pájaro no emigra o qué?" se decía. Y un día lo perdió de vista por completo. Si bien es cierto que se percató de su falta desde el primer día, también lo es que le supuso una buena noticia. O eso pensó. Los rutinarios días transcurrían y llegó de nuevo el verano. El muchacho comenzó a bajar con una alegría más palpable de la normal. Y es que en realidad, se acordaba mucho de su pequeño compañero al cual esperaba volver a ver aparecer después de tanto tiempo. Pero no fue así. Jamás volvió a ver al extraño pajarillo y jamás éste volvió a comer de su mano.


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Creo que no me equivoco si digo que, quien haya pillado de qué va el asunto, se ha sentido identificado, y es que en la vida nos vamos a encontrar con muchos jóvenes y muchos pájaros, es más, vamos a serlos nosotros mismos. ¿Cuántas han sido las veces que has pasado de una persona que luego has echado en falta? ¿Cuántas las que has acabado dando tu confianza a alguien que no la merecía o que quizá, no supo ver su valor a tiempo? Hay jóvenes que creen que siempre comerán de sus manos y pajarillos que siempre vuelven. En mi opinión, no es malo volver, siempre y cuando tengas un 99.999...% asegurado que merecerá la pena. Tampoco es malo "seguir ofreciendo migas" si has aprendido la lección y no es para darlas y quitarlas cuando te apetece. ¡Ah! por supuesto, jamás de los jamases debemos intentar enjaular, ni dejarnos enjaular. ¡Aupa la reciprocidad, hombre!  
A menudo me pasa que intento metaforizar y se me va de las manos, es por eso que acabo escribiendo abajo casi el doble para dar la explicación... en fin, confío en que al final aprenderé a resumir úù

PD: FELIZ NAVIDAD ;D


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tan solo dejó el recuerdo de un baile y una incógnita

El baile ya había comenzado cuando ella llegó. Había muchísima gente. Todos vestidos con exuberante elegancia para la ocasión y todos con una máscara distinta; no había dos iguales. Mirara por donde mirara, allí había una. Ella sabía perfectamente dónde se metía, sabía a lo que se exponía acudiendo a aquel lugar, pero aún así, al contemplar el panorama, no pudo controlar un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. 
Se puso un llamativo y colorido antifaz de plumas que poco tenía que hacer frente a la mayoría de caretas que allí había y se adentró expectante entre la gente. Parecía buscar algo; pasaba al lado de unos y de otros rápidamente y observando cada detalle de sus atuendos asombrada. 

PUM


-¡Perdona!- dijo aturdida sin fijarse demasiado en la persona con la que había chocado. No le habría prestado mayor atención si ésta no le hubiera tendido la mano con la palma hacia arriba. Ella la miró y luego alzó la vista para examinar su máscara. Era bastante grande e imponente, de algo parecido a un león. Un león perfectamente tallado que parecía casi real: era marrón, pero un marrón tan oscuro que casi se confundía con negro a pesar de la gran iluminación de la sala; con la boca cerrada y lo suficientemente curvada como para pensar que trazaba una sonrisa pícara y simulada; una melena negra como el tizón que cubría toda la careta, y larga, sobretodo por detrás, que le llegaba hasta los codos. Mas lo realmente impresionante llegó cuando reparó en su mirada. Era blanca, completamente blanca, carente de toda expresión. Esto la hizo enmudecer unos momentos. Pero cuando volvió en sí, le dio con cierta desconfianza la mano al chico misterioso. Éste "la besó" y sin dar pie a alguna reacción posible, la cogió dispuesto a bailar. La llevaba en cada paso, muy seguro de sí mismo y bajo la atenta y sorprendida mirada de ella. En un sutil, casi imperceptible, cambio de melodía, fue ella quien tomó las riendas con pasos inventados y chocantes que desentonaban con la canción sin llegar a perder el ritmo. La intensidad de las luces comenzó a disminuir hasta sumir el lugar en un tenue y enigmático ambiente que no los distrajo para continuar su danza. Todo parecía fluir. Parecía. En un momento dado, sus manos se soltaron. Ella cayó en un seco golpe al suelo. Se levantó desorientada inspeccionando la zona en busca del bailarín misterioso y comprobó con rabia que ya no estaba. Había desaparecido. Se había esfumado y no había dejado nada. Tan solo el recuerdo de un baile y una incógnita.


 "¿Por qué?"
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Así es el mundo, un eterno e inmenso baile de máscaras en el que nunca sabes qué te vas a encontrar.
No sabes de quién fiarte. No sabes quién te agarrará la mano para entretenerse un rato más o menos largo, ni quién lo hará para siempre. Por eso, lo mejor es dejarse llevar y disfrutar en cada baile. Aprender, quizá, nuevos pasos con los que andar por la vida. Agarrar la mano de todo el que puedas, pero dar todo de ti solo cuando lo creas verdaderamente conveniente. Levantarte cada vez que alguien te tire o te empuje de su lado, sacudirte lo ensuciado y seguir bailando. Este salón es enorme, siempre habrá alguien dispuesto a bailar contigo.
Empiezo a pensar que me paso con las metáforas, hm... En fin, qué le voy a hacer; espero que no haya sido tan tostón como el anterior. (Y bueno, que alguien haya llegado si quiera a este punto...jajaja) 
Besicos :D

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Otra forma de encontrarse

BOOM. 

El impacto del pequeño pero efectivo cóctel molotov le había hecho caer e incluso perder el conocimiento durante unos momentos. Pero el despertar fue rápido, casi fugaz. Se incorporó con los ojos completamente abiertos y con una sensación extraña que no sabría determinar si le gustaba o le horripilaba. En cualquier caso, algo dentro de ella estaba creciendo, algo le estaba haciendo fuerte, como si de unos superpoderes se tratasen. 

"Mejor no pensarlo ahora" se decía.

Comenzó a andar. Tenía que continuar su camino, una explosión de la que había salido prácticamente ilesa no tenía porqué retrasarle tanto. Así, dándole vueltas a varias cosas, se encontró unos extraños seres que sin querer interrumpir demasiado su marcha, le dijeron:
 "Aprovecha lo que se te ha dado, de lo contrario, lo acabarás perdiendo"
Ni tan siquiera le dejaron preguntar, pues cuando ella fue capaz de reaccionar, ya estaban demasiado lejos. Reanudó su viaje con otro pensamiento en la cabeza. "¿Qué habrán querido decir?" se preguntaba. Largo era el trayecto que llevaba recorrido cuando se encontró una extraña escalera en mitad del camino. "¿Cuándo la habrán puesto ahí?" quién sabe, tal vez nunca había reparado en ella cegada por la alegría con la que siempre iba por aquel paraje. Lo más curioso es que no había nada que, aparentemente, la estuviera sujetando, sin embargo ahí estaba. Parecía algo descuidada, y, francamente, una escalera que lleva al cielo no inspira mucha confianza, pero, tal vez por el popurrí que en su mente habían creado los seres, la explosión, la impaciencia y la misma curiosidad, no tardó en subir.
Arriba había un camino bastante fino que parecía llevarle directamente a su destino. La escalera cayó. Así pues, sin mirar atrás, anduvo con pasos algo pausados pero decididos. No solo era fácil caer, sino que además, había una gran cantidad de monstruos horrendos. Eran como unos fantasmas que, aunque no podían causarle daño físico aparente, la iban debilitando conforme la atravesaban una y otra vez. El miedo la dejó paralizada, las lágrimas se le derramaban de puro desasosiego; los fantasmas parecían ganarle terreno y ella parecía cada vez más agotada. Harta del acorralamiento, se puso a correr, huyó intentando no caer, pero los fantasmas eran más rápidos. Mucho más, y no dudaron en seguir castigándole impasibles. De repente, las palabras de los seres hicieron eco en su cabeza y como si a una descarga se hubiera sometido, paró cargada de coraje, dispuesta a luchar contra ellos y lo que es más, dispuesta a vencer. Levantó la vista, los observó desafiante y segura a la cara, a todos y cada uno, y, con un brillo ardiente y especial en su mirada, se dispuso a combatir. Esto no le llevó demasiado tiempo, como dicen, las apariencias engañan. Sin embargo, a pesar del "poco esfuerzo" que le supuso vencer, se sentía profundamente bien. 

Tras la pequeña intromisión, no fue mucho más complicado llegar. Y ahí estaba. Tras todo lo recorrido ahí estaba. A las puertas de su casa para hacer lo que tenía que hacer. Aquella casa a la que siempre había ido dando saltos de alegría y ahora apenas podía mirar. Aunque nadie le creyese, ella, por dentro se sentía fatal. Después de todo lo que había pasado, sabía que sería capaz, pero una cosa no quitaba la otra. Respiró hondo y llamó con decisión.

-Escucha, necesito que te marches de aquí. Creo que ya no deberías vivir más aquí, he llegado a pensar que tú has pasado más tiempo aquí que yo misma, y bueno, es mi casa. Puedes venir cuando quieras, invitado estás, pero no... no quiero que sigas viviendo aquí más. Toma las llaves de la tuya. Espero que lo entiendas.

El inquilino, recogió sus cosas, agarró las llaves enfurruñado y sin mediar palabra se marchó. Ella se quedó parada en la puerta un buen rato antes de entrar, y una vez dentro, se sentó directamente en el sofá pensativa hasta que escuchó el timbre. Cual fue su sorpresa al ver a los seres que, sin reparar en su perplejidad, pasaron tranquilamente. 

-¿Qué...qué hacéis en mi casa?
+Venimos a ayudarte a recoger. 
"¿A recoger?" se dijo para sí. Cuando quiso dar cuenta, lo que vio disipó toda duda. La casa estaba patas arriba y prácticamente vacía. Y ella sin darse cuenta...
-En realidad lleva así ya un tiempo, ya te lo dijimos, pero tú no nos hiciste caso.

Y así, comenzaron a recoger mientras pensaban en la nueva decoración.
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A veces pasa que, queremos tanto a una persona, le tenemos un cariño tan sumamente enorme, que no reparamos en todo aquello que, tal vez no es precisamente un aporte bueno para nuestra vida. No digo que no sea buena persona como tal, sino que no es la persona buena para ti. Ese amor que sientes hacia ella te ciega, hace que te entregues por entero a una relación que está condenada. A la gente le cuesta entender que no exista razón aparente para que esto ocurra; yo me di cuenta de una forma muy extraña, fue justo como lo describo: como una explosión en la que todo lo que no me encajaba, pasó rápidamente por mi mente como un tren que atropelló todo lo que hacía que continuase, que no era más que cariño; algo primordial para una relación, pero que sin ganas y demás, no "vale nada". He de decir que esto no ocurre así como así, pero pienso que hablar de los porqués es meterse en camisa de once varas que no vienen al caso. Realmente, esta historia no era más que una metáfora disfrazada que solo unos pocos (si llega) entenderán.
Y lo dicho, me encantaría saber la opinión de todo aquel que ha sido capaz de leer este tochaquísimo: críticas, opiniones del tema,... todo. Se que está flojilla en cuanto a expresión y encima es larguísima, por eso me extraña y a la vez estaré tan agradecida a la gente que lo lea...  
¡Un besico! :)

domingo, 13 de octubre de 2013

Salvavidas de mentes


Nacimos con vendas en los ojos que no nos dejaban ver lo que nos rodeaba realmente. Unas vendas que hacían de escudos contra una realidad funesta, una realidad probablemente insoportable para unos ojos tan inocentes como son los de un niño. Unas vendas que pretendían defendernos del cambio. 

Achacamos demasiadas cosas a la edad como dando a entender que si las mismas fueran hechas por adultos estarían mal vistas; pero, realmente ¿qué está bien, qué mal, y hasta qué punto?
Dicen que un hombre creativo es un niño que ha logrado sobrevivir, y es que aunque poco, he vivido lo suficiente para comprobar que, llegados a cierta edad, a la mínima idea expuesta que sobrepase la línea de lo que tenemos por juicioso,  es tachado de incoherente e indigno de captar cualquier tipo de atención más allá de la crítica. No nos damos cuenta, pero a veces, con palabras como "no digas tonterías" o "eso es una chorrada" lo que estamos consiguiendo no es más que cortar las alas a una mente inquieta que lo único que intentaba era reflexionar o simplemente buscar respuestas que nunca antes se habían planteado. Lo que estamos consiguiendo es quitarle la venda a un niño. Y es entonces cuando éste empieza a conocer los complejos, los miedos, las inseguridades y demás sentimientos que extirpan nuestra libertad, ya no de expresión, si no de pensamiento: "mejor no digo esto, vaya a ser que la líe", "¿y si se ríen?" etc... 
¿Os imagináis qué habría sido de nosotros si a aquel tipejo prehistórico, fuera quien fuese, no se le hubiera ocurrido golpear dos piedras? ¿O si los que estaban al lado le hubieran dicho "tío, deja de hacer el tonto ya"? 
Con el tiempo he aprendido que, por desgracia, a todos nos quitan esas vendas en algún momento, que es algo inevitable. Pero que por suerte, además esto nos ayudan a crecer y a evolucionar. También he aprendido que, aquellos que son suficientemente fuertes, tras mucho luchar contra críticas lapidantes, consiguen unos buenos tapones para los oídos con los que ignoran esos comentarios que acabarán convirtiéndose en humo.