Vino tan rápido como se fue. Ella es así, lo suele hacer. No se despidió, pero mandaba señales que indicaban que lo haría. Aunque siempre vuelve. Es de esas que viene cuando sabe que la quieren de verdad y, bueno, aunque a veces me cuesta reconocerlo, yo la quiero de verdad. A veces tengo miedo. Tal vez no a ella, sino a lo que me provoca. Son sensaciones que me llenan de alegría y de ganas, que me hacen sonreír sin darme cuenta y que consiguen ponerme los pelos de punta y el corazón a cien. El problema es que, después de todo, tengo miedo. Estas emociones comparten hueco con un ligero revoltijo en el estómago que no me hace bien. Dentro de mi tiene lugar una discusión en la que deseo eludir al revoltijo por un lado, y simplemente echarla a ella de mi vida por el otro.
Es triste, pero no siempre gana el pulso. Aunque tampoco me extraña. A veces aparece provocando y se va sin razón alguna. Creo que solo ocurre cuando la llaman demasiado y ella, harta, decide acudir pero sin mucho ánimo y predispuesta a vengarse por el exceso de pesadez. Supongo que piensa que te ríes de ella porque la reclamas para nada y entonces se acaba riendo de ti. En ese caso, no lo veo del todo mal, lo hace para darnos una lección. Aún así, ella es muy agradable, por eso nunca rechaza una invitación a pesar de todo. Lo que pasa es que odia esas situaciones. Esas y otras en las que la mandan con otra gente. Se siente una especie de paquete que se pasan unos a otros. Esta situación no suele llega a buen puerto, ya que cuando aparece diciendo que es 'amiga de', la malinterpretan y termina haciendo daño a personas inocentes. Para cuando esto pasa, ella ya se ha ido porque se da cuenta de que ahí no tiene nada que hacer. Estas cosas le frustran, pero forman parte de su vida y de su razón de ser.
Yo la he llamado a veces solo para charlar sobre mis proyectos futuros o para recordar aquellos en los que me acompañó. Cuando le cuento las mil ideas que surcan mi cabeza, se va. Creo que intuye que ni a mi me convence lo que digo. Por eso valoro tanto cuando se queda, porque sé que voy bien encaminada. Un día, hablando del tema, recuerdo que un chico me dijo que él no quiere saber nada de su existencia y mucho menos entiende que haya gente que pase tanto tiempo con ella. Estuvo explicando que cuando era más joven, le acompañó en muchos, muchísimos trabajos. Para él, era una compañera fiel e indispensable. Sin embargo, en uno de ellos, perdió a una persona muy querida y todo cambió. Su mundo se volvió gris y perdieron el contacto. A pesar del humor del que hizo alarde durante toda la velada, él tenía un semblante serio, nostálgico y algo distante. Le intenté convencer para que la llamara. Para que hiciera alguna actividad con ella. Pero no me hizo caso. Hay personas así, que la rechazan y, una vez la pierden de vista, no quieren recuperarla.
* * *
Esperanza.
Ella es la protagonista.
Espero que te haya gustado <3 font="">3>
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